El jueves nos enfrentamos por primera vez a la gran hoja en blanco con el propósito de dibujar a uno de nuestros compañeros como personaje, es decir, debíamos evitar hacer un retrato fiel de la realidad, lo que en mi caso fue bastante difícil.
Fue muy frustrante tener una imagen en la cabeza y que al llevarla al papel pareciera un dibujo de un niño de 10 años. He aquí el resultado:
Vistos nuestros dibujos el día siguiente repetimos el ejercicio, pero esta vez calentamos antes la mano. El calentamiento consistía en volver a aprender a dibujar como lo hacíamos cuando éramos niños, cuando no nos importaba el resultado y simplemente disfrutábamos haciendo garabatos.
La verdad que el ejercicio surgió efecto ya que después de un rato dejándonos llevar por nuestra mano el resultado de "mi otro" fue este:
¡A SEGUIR TRABAJANDO!
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